Ya no me atrevo a hablarte...
Me da pena.
Desde que me descubrí inmaduro,
y tú con sabiduría.
Desde que supe que me quejaba como niño,
y tú lo manejabas con atino.
Te soñé hace poco,
y te sorprendías de mí,
pero desperté y no había nada sorprendente en mí.
No sé cómo expresar mis sonidos frente a ti.
No sé cómo superar el lodo en el que me metí.
No sé si algún día, pueda crecer como tú.
No sé si tal vez, quizá, no estoy seguro, sepa qué decir.
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