No sé qué escribir.
Para ello se requiere, además de una férrea voluntad y una extrema disciplina, bastante inspiración. Pocas veces he intentado sacar de su palacio a las musas e invitarlas a que me soplen al odio. Pero esos pocos llamado han sido infructuosos casi siempre.
Según Heidegger, ¿el Ser es el llamado-respuesta que se da a través del lenguaje en la poesía? no lo sé. Según él lo oculto del Ser, sólo es accesible gracias a la obra de arte: poesía, música, plástica, pintura, danza. Porque manifiesta un aspecto no conocido del Ser, algo oculto, original; no por nada se llama creación al acto artístico. Creamos de la nada, o para decirlo de otra forma, creamos a partir de ese terreno fértil desconocido y oculto que aún no ve el sentido común, la ciencia ni la técnica.
Quizá por ello en ocasiones, cuando me siento inspirado, creo poseía. Mala poseía tal vez, pero poesía al fin.
Decía Octavio Paz que la inspiración es la otra voz. Esa voz que duerme en nuestro interior, oculta, velada, caótica como ella sola y que mientras no aflora, forma parte de la nada, de lo no existente. Y para Paz la inspiración la despierta el amor. Por eso, cuando una mujer (o un hombre para el caso de las mujeres y los gays) representa lo que uno posee inconscientemente en la región oculta del corazón, la poesía fluye como manantial, la alegría por la ilusión crece y el compromiso que queremos fundarlo eterno, nos invita a conceder un espacio en nuestro proyecto de vida. Espacio dedicado a ese amor que esperamos sea correspondido.
Quiero seguir escribiendo, quiero seguir platicando de mi vida, pues no tengo nada más interesante que platicar. Así que para hacer que valga la pena hablar de mi camino, quiero hacer de él un proyecto lanzado a la oscuridad de la incertidumbre, donde pueda crecer y fortalecerme; donde pueda generar aquello que contribuya a crear en una melodía cultural, lo que el ADN no me dio. Pero quiero hacerlo acompañado, sólo así el frío no congelará mi mano...
Pero no quiero bucear solamente por la oscuridad y el frío.
Caminar por suelo firme en plena luz es también mi ilusión. Voltear al sol y calentar mis ojos con su elixir, quitarme el sombrero y dejar que mi siempre descuidado pelo se seque con su calor. Y así como él, que la mujer de mi inspiración moje con sus aliento, la semilla de mi fortaleza sembrada en lo profundo del caos de dónde habré de renacer.
Volteo y observo con asombro que ya he escrito unas cuantas palabras. Las suficientes por hoy en este espacio. Aquí termino.
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