viernes, 18 de abril de 2008

Páginas en blanco

Las ideas se comportan como seres caprichosos que pululan en mi mente, y más allá de la consciencia de mi propia objetividad, se confunden unas por otras y reclaman lugares que no les corresponden. Si la estructura lingüística que cada ser humano plasma en las hojas en blanco, representan mi pensamiento, o algo más allá de él, entonces qué significa mi torpeza? qué implica la confusión de términos y los usos arbitrarios y ambiguos de cada una de las palabras? esas ideas caprichosas son, forma parte de, o fundan cada una de las palabras que digo? la cuestión se presenta más difícil cuando percibo que, mis propios actos son una muestra directa (oculta al mismo tiempo) de la incertidumbre que soy, de lo caótico que actúo, de la inestabilidad de mis valores y axiomas.

Y pretendo entenderlas con mis propias herramientas? Es muy posible que esté acabado, terminado, derrotado aún antes de empezar.

Supongamos una fábrica donde están construyéndose, presumiblemente defectuosos, utensilios de herramienta mecánica. Las herramientas son defectuosas, y lo son posiblemente por dos factores: o bien el administrador no percibe lo mal que está haciendo su trabajo, o bien la maquinaria con que se construyen las herramientas está defectuosa. El producto no es comprado por su mala calidad. No hay ingreso de capital. La fábrica no entra en bancarrota sólo por una causa: el sistema la protege.

Llega un momento en el que el administrador ha percibido su mal desempeño. Pero no tiene ni recursos ni capacitación para mejorar su producción; comprende entonces que necesita corregir su maquinaria de producción con las mismas herramientas que produce. Terrible desastre o preludio de una transformación sobresaliente? cómo corregir los errores con el producto de esos mismos errores?

Me recuerda la paradoja de Gödel.

Así me siento. Cómo mejorar mi argumentación cuando las palabras e ideas que uso están y nacen en un caldo primigenio tibio?

Creo que no es fácil concebir... no, se me ha acabado la inspiración. Ya no sé qué escribir, lo dejaré para otra ocasión.

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